Karma, hasta que el cuerpo aguante

Nunca había leído desde el punto de vista del espectador mis propias crónicas. Generalmente las he compuesto y directamente las subo a la red como si fuera una especie de trabajo. Inconcientemente sé que hay algo de análisis dentro de lo que escribo, pero me conformo con ver que no se vean muchas faltas de ortografía y que tenga un poco de elocuencia lo que trato de relatar.
Hace unos días me di el lujo de ver qué "demoños" pongo en mi blog y me puse a leer detenidamente qué pasaba entre líneas y qué tipo de mensaje he dado. Esto, obviamente, tiene un pretexto. A raíz de la última crónica, noté que hubo respuesta de muchos de ustedes con respecto a lo que decía. Hubo pésames, disculpas y en otros casos; confesiones. Francamente, me encantó y por otro lado, fue una prueba que no tenía planeada implementar. Me encantaron la humildad y las palabras de aliento, me sorprendierion confesiones que no pensaba me fueran a botar, me hundieron las propuestas y me remataron los ultimatums y regaños incomprensibles.
A mi juicio, me apliqué un poco de cada una de esas cremas sobre la piel después de leerme. Creo que la boca se me ha ido de más, o los ojos de los demás se asomaron a una ventana que tenía con cortinas ligeras. Me confieso ser un excelente relator de todo lo que hago, mas nunca de lo que realmente soy. Y me asustó ver cuánto abrí la ventana, cuánto se asomó el resto y cuánto se pudo ver. Al final, todo pasó y me dije que esto era una simple manifestación de progreso. El hecho de externarme de manera metafórica y negarme al ostrasismo emocional que suelo manejar, a través de las Crónicas Chatas, me ha ayudado a entender que no está mal, pero a veces resulta que estornudo y a unos cuantos les da gripa. Ha sido interesante ver que a muchos les "quedó el saco" y no han entendido que esta crónica puede no ser tan personal a nivel conflicto. Siempre la escritura ha sido basada en hechos reales, pero no siempre mantienen un porcentaje personal per se... Hasta que pueda darme el lujo de reírme más de mis vivencias, daré puntos explícitos de los personajes que se me han juntado por estas crónicas y verán que no hay nada de problemas tan-tan personales. Tal vez, es una cuestión de Karma.

Hoy te voy a contar una simple reflexión que me tuvo un poco clavado en esta última semana. Y es que me ha resultado muy conveniente, como al resto de mi género pensar en cuatro fonemas que pueden delatar, catalogar, emplear, salvar o perdonar a una persona. P-U-T-A. Es una palabra que en cualquier país es popular. No creo que sea la prostitución el trabajo más antiguo en la historia de la humanidad. Yo creo más que la cosecha siempre ha sido la profesión más vieja, pero en el momento en que alguien cambia un favor por algo de la cosecha, puede prostituirse teóricamente. Y conforme ha pasado el tiempo, la vida galante se ha convertido en una moral, una amoral, una forma de vida, en una simple forma de rechazar que hay algo que no nos parece. ¡Hay putas en todos lados? Una amiga me contaba sobre el tema de las mismísimas putas. Ella siempre me decía que las putas existen en todos lados. En cualquier situación se puede dar, en todo sentido se pueden desenmascarar, lo único que cambia siempre es la divisa. Aun Sabines pide que las canonicemos, De Madariaga dice que son como gallinas porque siempre se la viven empollando, para García Márquez son sólo recuerdos de un viejo que nunca se pudo atrever a querer seriamente y para Sabina, la inspiración siempre fue una puta que se iba con Serrat.
Qué conveniente ha sido llamar a la vida una puta.

Yo he convivido con putas. O, dentro de mi criterio, vocabulario y experiencia, puedo llamarlas tal cual (más adelante explico). Ya sé, querido lector, que esta crónica te sonará un poco rimbombante con dicha palabrita. No es la intención, pero me ha encantado últimamente decirla y no quiero que te me asustes.

Mi amiga me contaba que la divisa siempre cambia y la plata resulta sólo un incentivo que pasa a un segundo término porque, aunque todo lo que se tiene materialmente es a base de plata, el favor de dar un cariño, otorgar una presencia, ofrecer hasta una plática o asilo en tu morada se puede intercambiar por una visita común, con un merecido acostón (en el mejor de los casos). A veces, para mi amiga, las putas no tenían que darte sexo, y le doy mucho la razón. No siempre es el sexo, a veces es un comfort emocional, a veces es una simple visita comprometedora, a veces es sólo alguien que te da la mano. Pero siempre viene a cambio de algo y su cabeza siempre estará pensando en algo, alguien, lo que sea, pero totalmente opuesto al presente. Puede ser otra persona, otro cliente, otro usuario, otro conveniente momento, otra divisa.

Siempre he tenido un gran respeto por las llamadas putas. Siempre han sido buenas actrices. Es increíble ver cómo pueden estar muriéndose por dentro y aparentar estar perdidas en ese momento contigo, mintiéndoles a sus prematuros y despechados amores que volverán cuando están en tu cama jurando cualquier placer, asegurando a su gente que están haciendo todo bien cuando no lo hacen... Qué conveniente es para una puta ser puta y pasarla cómodamente actuando para ti. Lo cual me lleva a la paradoja de, si siempre estarán actuando...

Durante mi viaje, estaba tomando con unos aliados en un pequeño bar en un pueblo cerca de la Cordillera Andina. Las historias, los fallidos intentos por conquistar a las mujeres tan tiernas y a la vez fuertes de esa región, llevó a todo mundo a la sencilla conclusión de llamarlas con esas poderosas letras que llevo 20 veces repitiendo, resultó una verdadera solución por no haber querido ser otro tipo de puta: la que cede por afición. Días más tarde, volví a la capital de aquel país y me topé con unas iguales, pero eran de profesión.

Nunca había conocido a una profesional, jamás había platicado con una. Fue un momento tan vulnerable, tan intenso, delicado y veraz. Que no me hubiera esperado que una puta de profesión resultase más sincera que una puta de afición. Cuántas veces oí historias de putas de afición jurando amor, primeras veces, exclusividades y fidelidades mientras tenían a otra persona esperándolos en otra cama. La puta de profesión resultó ser más sincera en el momento de hablar de su realidad. Totalmente admirable, es la versión más fiel de lo que un humano es, cuando animal no es. Su historia me hizo sentir ese dolor, esa angustia, ese nudo en la garganta que ni el ajenjo con cigarro podían suavizar.

Ella era una chica de mi edad, tenía 3 hijos y había sido novia de toda la vida de un tipo que le llevaba casi cinco años. Después de casarse, él perdió su empleo y no encontraba cómo recuperarlo pero le gustaba el vino. Sonó un poco amarillo al principio, pero quise seguir escuchando. Ella llevaba cerca de año y medio trabajando en este rubro, sus ganancias eran pocas porque no era realmente atractiva para la zona en la que trabajaba, su sobrepeso era notable, para su edad (no es que me eche flores) era muy joven para verse tan arruinada. Y es que el desvelo, el cigarro y el vino le han provocado unas arrugas alrededor de los ojos que parece que tiene más edad, pero su comportamiento la delataba. No puede tener más años. Su esposo se había escapado con el más pequeño de sus hijos a Brasil. Ella tuvo que comenzar a mantener a su esposo e hijos y su hermana que estaba por entrar a la facultad de ciencias de la UBA. Comenzó buscando trabajo en kioskos y de más. Hasta que una vecina la recomendó con un tipo y comenzó a trabajar bailando en un antro en un barrio en el centro de la Capital Federal. Pero su aspecto no era atractivo y no tenía muy buena respuesta de los asiduos. Fue entonces, que comenzó a rondar por las calles de la ciudad hasta que, por rumores de la buena paga y el gran flujo de turistas por la zona de Recoleta, ella comenzó a trabajar con poco éxito y en ese momento ella se encontraba buscando clientes.

Desafortunadamente se topó con uno un poco puritano para esas situaciones. Creo que al recapitular, si he estado antes con mujeres que son así por afición, claro está que ellas pedían otra divisa. Pero no pensaba aventarme el paquete a pesar de la historia. Ella había tratado de cazarme varias veces pensando en que yo era el turista que buscaba algo que ella pudiera ofrecer. Daba la casualidad de que el rumbo por donde ella trabajaba, era el mismo por donde yo vivía y tenía que toparse conmigo. Por azares del destino, estando con unos amigos tomando, ella pasó y se dio que platicáramos ella también vio lo que pasaba por mi cabeza debido a que me pescó justo durante una crisis emocional y así intercambiamos su crisis por la mía y no volvimos buenos cuates. Hasta la fecha ella escribe para saludar y me cuenta que su hijo y su esposo siguen sin aparecer. Sus otros dos hijos siguen bien pero los cuida aún más y su hermana entró a la facultad hace poco después de haber intentado un tiempo de trabajar en lo mismo que ella.

Me cuesta trabajo pensar que una humana tan humana se le pueda llamar tan mal y vivir con esa pésima calidad. Su sinceridad y su necesidad es tan grande que ella recurre a estos medios sin pensar en un placer personal, tal vez el de un cliente sí para asegurar una segunda cita y una paga más. Como cualquier mujer así, ella tiene que actuar para usuario. Su verdad no la esconde y el hecho de tener bien a los suyos la mantienen ahí hasta que el cuerpo aguante. Ella sigue esperando que regrese su esposo con su hijo, ella trata de hacer lo mejor posible para que todo se le regrese para bien. Y me sigo con la boca abierta de sorpresa y admiración porque las putas de afición pueden hacer todo lo contrario, hasta romper hogares, relaciones propias y ajenas para su beneficio, y como dije antes, la divisa puede cambiar. Creo que el karma les ha respondido a algunas ya, con situaciones poco favorables, enfermedades vergonzosas, abandonos, que se les junten los clientes (y mira, querido lector, que son historias recientes y cercanas).
En esta semana me he sorprendido con este tema, me he clavado tanto que estoy solicitando me respondan si la putería aficionada tiene una raíz y un desenlace. Y por qué la putería resulta tan conveniente para unos como clientes para solicitar o despechados para catalogar y para otros como una forma de vida que al final el karma les puede dar una lección, claro que, ya he comprobado desde hace poco que si ha sucedido les ha pesado.

Por ahora no cuento más, me voy a asolear un rato a las paradisiacas y motorolísimas playas del Pacífico. Mañana por la noche parto, feliz, cansado, sonriente y entre dientes pensando en mi última reflexión. Me hace falta despejarme y ver caras nuevas. Volviendo les tendré algo cómico, mágico y musical.
Aburrrrr!!!