Mi Reencuentro con la Fobia


Hacía ya tiempo que no me encontraba ni conmigo mismo, ni con las fobias que me perseguían de hace tiempo. Que si la confianza, que si la risa, que si la venganza o que si la banda del mismo nombre del título me visitaban. Y la neta, ha sido un sube y baja…
Después de un etílico viernes en compañía de mis tres cómplices favoritos, le gritábamos al ahora panzón (y más que yo, ¿eh?) del Leonardo que cantara ciertas rolas que ni la audiencia conocía y nos complació en un burdo 40% porque el resto del recital ya estaba armado en aquél churrigueresco 17 de marzo. Entre guapas rubias, co-borrachos y complicaciones con el audio, escuchábamos y cantábamos al unísono ardideces que no nos había caído el 20 que eran tan cabronamente ardidas, que hasta las estuvimos a punto de llorar. Y hasta nuestras frases en el momento se convirtieron en “es que “no entiendes porque no eres yo” porque llevo “200 sábados” sin divertirme así, ahora voy a tener que pasar como “1,2,3,4,5,6,7,8,9,10,11,12 pasos “ pa’ superar este pedo, aunque ya “sé que es muy maniaco de mi parte” negarlo. Total, “yo no soy buen perdedor”” y la lista de chistes seguía y seguía pero no me daba cuenta del horrendo final tan tragi-cómico mexicano que me esperaba.
Por primera vez en mucho tiempo, las rolas me han pegado. Las fobias se me regresaron, y juraba que ya hasta miedo me daba de salir a la calle por andar tan abnegado a ser quien regresé siendo después de mi travesía por el Cono Sur. (¡¡Aguas!! No me puse un cono en el sur, ¡¡¡pendejos!!!) Y es que el proceso de reencontrarme con lo que me cae mal, con lo que no me gusta oír, con lo que no me gusta saber, se me regresó en un sablazo.
No tenía ni estómago para poder tragar que simplemente el futuro no me pinta bien haciéndome futuro-fóbico. Creo que tengo un poco de Síndrome de Peter Pan, o algo así. Me he enterado del porvenir ajeno. A grandes rasgos, me da envidia, pero me da poquillo de miedo continuar. “Hoy tengo miedo” de muchas cosas. Hasta de que me leas, querido mirón. Creo que se me esta agudizando el dolor arriba de la tripa y no entiendo por qué demonios siento que el tiempo se me va como cuba bien fría en pleno Acapulco.
Creo que he continuado, creo que he evolucionado y ni yo mismo me creo lo que soy y en lo que me he convertido. No me pone como chinche, ojo… lo que sucede es que creo que me falta mucho y hay tantos que en menos tiempo han alcanzado más.
Ni ayer, ni hoy, me han gustado las noticias. Me han estado estorbando como piedras en el zapato. Me gustaría quedarme un rato ciego, sordo y mudo para que ni el noticiero, ni el vecino, ni los conocidos me enteren.
Pero, pero, pero, pero nomás tantito…
Me da fobia continuar con mi ritmo, me da fobia no dejar el ritmo y también me da fobia no tener ritmo. Me dan unas ganas de comerme el mundo de una mordida, pero, ¿si me quedo sin comer luego?
Bien a bien, no me han tratado tan mal… ha estado un poco humillante y con poco buen sabor de boca este último tiempo. He comprobado, he confirmado que muchas cosas no cambiaron estando o no en mi tierra y que tampoco muchas otras cambiaron estando fuera de la misma. No sé si me engañé un poco y quise ver si cambiaba. Me recuerda a la vez que Calamardo se pierde y Bob Esponja y Patricio van a buscarlo a su tierra y encuentran a un calamar parecido. Patricio le pregunta a ese calamar si es Calamardo. Después de un rato de estarlo viendo, le vuelve a preguntar, “¿ya eres Calamardo?” Y, ¡obviamente no!
Creo que no has de entender porque “No eres yo”, pero te puedo asegurar que el gusto por seguir ha estado en pie. El gusto por el resto de la gente, no me tiene muy a gusto. Sin embargo, ando divertidísimo con ver cómo reacciono con mis fobias y que casi toda aquella noche los fobios cantaron para mis tres cómplices y su servidor. (¡¡shkaaaaabron!!).

Sigo contando… conmigo…